Esta firmante, inmersa en documentarles la Sección Oficial, pródiga en títulos más que interesantes, se permitió reservar una entrada para esta mirada de mujer – su debut tras la cámara premiado con la Cámara de Oro a la Mejor Ópera Prima en Cannes – la de la cineasta croata Antoneta Alamat Kusijanovic, cosecha del 85. Y se las prometía muy felices con tan magníficos precedentes. No imaginaba que abandonaría la sala a los dos minutos escasos de comenzar la proyección.
Arranca con un hombre y una mujer buceando, él lleva un arpón. Y los dos se acercan a su objetivo animal con intenciones claramente agresivas, pero el plano se oculta. A continuación, una mujer – de la que esta firmante ignora si es la protagonista- asesina con crueldad a un pez raya clavándole un cuchillo repetidamente y el animal se retuerce defensiva y dolorosamente antes de morir. Una escena gratuita, real, bárbara e indigna que se podía haber evitado. Esa crueldad infame descalifica todos los posibles valores artísticos y estéticos de la película.
Quien esto firma está más que cansada de clamar unilateralmente en el desierto a este respecto. De, por principios éticos y de compromiso con los derechos animales, salirse de las películas y no pasar del tema. sino explicarlo en una entrada como esta.
Lo hace sola, siempre sola. Y está segura, lo sabe muy bien, que hay personas con sensibilidad, conciencia, respeto y empatía por l@s sin voz como acreditad@s. Pero consienten y callan. Si fuéramos much@s, si podríamos cambiar las cosas. O intentarlo, al menos
Es indigno, intolerable, insoportable e indecente que haya filmes que exploten, torturen y asesinen a criaturas sintientes de todas las especies en sus rodajes directa e indirectamente habiendo leyes que, aunque bajo mínimos, lo prohíben. E igualmente lo es que sean premiados y programados en Festivales como este.
Un Certamen por el que quien esto firma siente un especial afecto, por el que siempre ha apostado, en el que considera un privilegio y un honor estar acreditada, cuyos programas recomienda en Hojas de Ruta previas y cuya Sección Oficial plasma, como en esta edición, en dos o tres crónicas diarias y que proclama a los cuatro vientos que es la verdadera Fiesta del Cine de nuestra ciudad. Pero que siempre, cada año, rompe indefectiblemente su corazón animalista.
Este mismo SEFF que, en una de sus Secciones de esta edición ha apostado, se reitera de nuevo, por el homenaje a un torturador y asesino en serie de nobles y hermosos toros retirado. Y, además, por si todo ello no fuera poco exhibe en la misma Sección ‘6 toreros yankees, 6’. El Festival se viste de luces y se cubre de gloria…
Las cartas boca arriba, aquí no hay equidistancia posible: o se está con la tortura y el asesinato de toros o se está en contra. Porque hay documentales antitaurinos espléndidos y rigurosos, pero se ha elegido uno a mayor honra y gloria de un matador y otro buceando en la historia de más torturadores y asesinos. Y nadie, nadie, nadie. lo ha mencionado ni cuestionado. Lamentable hasta decir basta porque precisamente la mayoría de la población de este país, singularmente la más joven, siente un rechazo creciente hacia la tauromaquia.
El lobby taurino lo sabe perfectamente y este Festival, de vocación tan transgresora, apoya esta barbarie, la avala y la ha avalado en esta edición hasta el paroxismo citado. Y a las perpetradas, como nos hemos hecho eco en esta entrada, contra seres indefensos e inocentes en muchos de los relatos fílmicos que selecciona y programa.
Quien esto firma no tiene palabras que no sean malsonantes ante tales indignidades. Una sociedad verdaderamente democrática y civilizada es respetuosa con los derechos animales. Y explotarlos, usarlos, abusarlos, maltratarlos y asesinarlos en general y en el cine, como en este caso, nos envilece como cultura y como país.
Esta firmante se siente especialmente cansada, aislada y abatida ante este estado de cosas. Por su parte, corta, cierra y espera que les hayan interesado, y servido, estas entradas. Puso todo su tiempo, su esfuerzo y su cariño en ellas. Gracias por leerlas y difundirlas.
Escrito queda.