El mismísimo y flamante León de Oro de la Mostra que, por vez primera, concede el máximo galardón a un documental, Gianfranco Rosi, ha tenido un encuentro con la prensa, tras la proyección de su película, ‘Sacro GRA’, en el que Sevilla Cinéfila estuvo presente. Se trata de un director, productor y guionista, nacido en Eritrea, nacionalizado italiano y residente en Nueva York, en cuya Escuela de Cine se formó como cineasta, teniendo como profesor nada menos que a Martin Scorsese.
El realizador italiano ha comentado muchas cosas, a cual más interesante, e incluso se ha emocionado, ante una pregunta de la firmante de este blog, al recordar la situación de Italia, «su país sin identidad». Expresivo, lúcido, generoso y expansivo, nos ha regalado datos, informaciones y matizaciones curiosas y enriquecedoras, que complementan la visión de su película y casi nos dan la crítica ya hecha…
Como por ejemplo, que empleó casi dos años y medio en filmarla. Que para él, este GRA (Grande Raccordo Anulare) la autopista de circunvalación de 67 kilómetros que rodea a Roma, ha sido el descubrimiento de un «lugar que me pertenecía». Pero también un «lugar de marginalidad y de exclusión». Que nunca había rodado – «detesto rodar» – en un espacio tan grande y que, por lo mismo, tuvo que crear un espacio mental, psicológico, donde se sintiera cómodo. Que tuvo como referencia de esta historia, ‘Las ciudades invisibles’, de Italo Calvino. Que por eso quería que Roma estuviese de fondo, que no apareciera. Que restara y no sumara. Que no tuviera una estructura narrativa típica.
Que su trabajo con los peculiares pobladores de tan enorme autopista, de esa fauna humana tan variopinta y singular, fue muy complejo. Que tuvo que seleccionar de entre ell@s y excluir a otr@s. Que les trató durante muchos meses y que les agradece la generosidad que tuvieron al permitirle entrar en sus vidas. La familia ecuatoriana con el hijo DJ, el aristócrata digno y culto venido más que a menos y viviendo con su hija en un cuchitril, sin quejarse nunca, el pretencioso que negocia con su palacete hortera, escenario de fotonovelas, las go gós, los travestis, los conductores de ambulancia, las mujeres prostituídas, el científico que estudia las enfermedades de las palmeras…
Así ha construido este documental, este docudrama en realidad, con esa exhaustividad y esa agudeza en el retrato de las gentes que pueblan ese GRA, esa enorme autopista – ‘la nueva Vía Veneto’ – a cuyas intimidades nos acerca, como si fueran ventanas indiscretas, a través del ojo de su cámara. Cabe reprocharle algún que otro bajón de ritmo y algún estereotipo en la selección de sus personajes pero sin ser una obra maestra, sí es una cinta más que estimable. Compruébenlo.