Archivo diario: noviembre 14, 2013

SEFF Xª Edición. Sección Oficial. Toma XI: ‘The selfish giant’

En este segundo miércoles de noviembre y primero del Certamen, que ya enfila su recta final, el concurso nos ha regalado otra película notable. Se trata de la inglesa, ‘The selfish giant’, dirigida y escrita por una mujer, Clio Barnard. En ella se adapta muy libremente el relato homónimo de Oscar Wilde.

La historia sigue a dos amigos procedentes de familias desestructuradas y paupérrimas y de personalidades muy distintas. El hiperactivo Arbor, que se niega a tomar la medicación, no encaja en el colegio y es indisciplinado y conflictivo  y el tranquilo y amable Swifty quien, aunque le secunde, lo hace críticamente y parece ser el único capaz de calmarle y de tener un cierto ascendiente sobre él. Decididos a mantenerse por sí mismos y a ayudar a sus familias, a instancias del primero, comienzan a robar material para un chatarrero que también organiza carreras de caballos. Pero todo estallará…

Comparada con Ken Loach en su aproximación a las formas de vida más duras y desfavorecidas, la realizadora – al menos, en esta cinta- es aún más implacable en su retrato del paisaje y paisanaje de los submundos de las alcantarillas sociales. Todo es hosquedad, miseria, explotación, ausencia de futuro, desesperanza y delincuencia. Salvo… y, aunque sea una cinta coral pero, fundamentalmente, de protagonistas masculinos de todas las edades,  son las dos madres de los chicos – una de ellas, con un marido violento y alcohólico – las figuras fuertes, cálidas y compasivas que sacan adelante a sus hogares y familias con los exiguos recursos de que disponen y contra viento y marea.

Pero sobre todo, y sobre tod@s, está el personaje de Swifty, ya citado, el complemento del irascible Arbor, adorable y sensato dentro de lo que cabe, dadas las circunstancias extremas en las que se mueve. Con un sentido de la amistad a todo riesgo y contra sí mismo, amante de los animales y, sobre todo, de los caballos por los que siente una empatía especial.

La realizadora registra este microcosmos desolado implacablemente, sin paliativo alguno. Para ello, se sirve de una puesta en escena cuyos colores y texturas grises, desnudas, lluviosas y hostiles, sitúan y encuadran perfectamente el relato. Un relato de abusos laborales, de explotaciones infantiles, de explotaciones entre adultos, de pequeña, gran y peligrosa delincuencia, de gentes que, por nacimiento, son carne de cañón y de cárcel. De explotación de animales, de caballos concretamente, por parte de todos y sobre todo, por parte de personas sin escrúpulos egoístas, avariciosas y usureras a quienes otros hacen el trabajo sucio.

Una película potente, demoledora, descarnada, redonda y sin fisuras que tiene uno de los finales más emotivos que a quien esto suscribe le ha sido dado contemplar en mucho tiempo. Con un equipo técnico y un reparto que la sirve a la perfección. No se les ocurra perdérsela.