SEFF 016. Toma 6. Sección Oficial, ‘American Honey’: On the road

De europea no tiene esta película más que ser británica de origen, lo mismo que su directora y guionista, Andrea Arnold, cosecha del 61. El resto de sus 162 minutos de metraje, fotografiados por Robbie Ryan, junto a una banda sonora en la que suenan los hits y raps más tops y sexistas, son norteamericanos por los cuatro costados. Premio del Jurado en Cannes y con nominaciones para los Gotham y los BIFA.

El argumento sigue a una chica de 18 años que, harta de su vida y de sus obligaciones en una familia desestructurada, se une a un grupo de jóvenes de ambos sexos que viajan por el Medio Oeste estadounidense, vendiendo suscripciones a revistas. Junto a ell@s, y en el desempeño de tan peculiar trabajo, tendrá ocasión de vivir insólitas experiencias y también de enamorarse.

Así descrita, la historia parece sugerente y prometedora. Y, en efecto, el arranque es potente y revela el lado menos glamouroso y más hortera, también el más crudo, del llamado Sueño Americano. Retrata también a un grupo humano singular, de variadas procedencias, que van a la aventura del viaje, de la carretera, intentando hacer dinero y experimentando sensaciones fuertes por la vía musical y de la de todo tipo de sustancias legales e ilegales.

La cuestión es que la narración no progresa. Al contrario, se estanca como en un círculo vicioso. Nos vende humo, absolutamente vacío de contenido. Sobra metraje, tiene importantes carencias de guión y los detalles del relato desafían la lógica más elemental. Tan sólo un ejemplo: que esa pandilla de politoxicómanos a su aire se organicen para trabajar en equipo es, cuando menos, dudoso. Que una chica tan magnética como la protagonista – estupenda Sasha Lane, lo y la mejor de la función – no tenga digamos ningún incidente en sus aventuras ‘laborales’ en solitario también lo es.

Pero eso parece no concernirle a la realizadora, tan fascinada por sus personajes como incapaz de dotarles de una mínima singularidad individual y de un progreso en sus interrelaciones mutuas. Tan convencida de que está retratando otra América y tan autocomplaciente. En cuanto a la historia, llamémosla de amor,… no hay por donde cogerla. Shia LaBeouf resulta tan sobrado e irritante como su personaje. Todos sus mensajes son, además, muy machistas. Especialmente, como se ha comentado antes, en los temas musicales y en la descripción de esa ‘jefa’ tan improbable como burda.

Lástima porque quien esto firma tenía sus expectativas ante esta última propuesta de Andrea Arnold, ante una mirada no convencional de mujer. Una verdadera pena.

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