El notable y reconocido guionista y cineasta francés Jacques Audiard – cosecha de 52, entre cuyos créditos están títulos tales como ‘De latir, mi corazón se ha parado’ (2005), ‘Un profeta’ (2009), ‘De óxido y hueso’ (2912) o ‘Los hermanos Sisters’ (2018) – ha filmado y escrito aquí – junto a Léa Mysius y la realizadora Céline Sciamma, cuya mágica ‘Petite maman’ debatiremos en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine del miércoles, 1 de diciembre, adaptando historias de Adrian Tomine – esta su última propuesta centrada en el barrio de Les Olympiades, título original de la película, situado en el parisino distrito 13.
Un barrio, a decir de quienes lo han visitado, lleno de contrastes, de oficinas, de jubilad@s, con universidades y liceos próximos y una juventud multiétnica en cuyos frenéticos desórdenes afectivo-eróticos nos sumerge en esta historia. Una historia filmada en un bellísimo blanco y negro que sigue a cuatro personajes cuyas vidas se entrelazan, aunque no de la misma manera, porque no estamos hablando de un relato de vidas cruzadas al uso.
Cuatro personajes millennials: un profesor de color sin contrato a punto de cesar y que se propone preparar oposiciones, una chica china, licenciada en Ciencias Políticas, que ejerce como teleoperadora hasta que la despiden por su actitud descarada con los clientes, una mujer que decide retomar sus estudios de Derecho, hasta que es acosada por sus condíscipul@s por su parecido con una transexual que trabaja en una web porno…
Tal incidente odioso en plena clase la obliga dejar la facultad y postularse para trabajar en una inmobiliaria, propiedad del tío del profesor citado en primer lugar, cuya casera es la citada en segundo lugar de la que pronto se convierte en compañero sexual a la vez que se enamora de la citada en tercer lugar, con la que también se relaciona sexualmente aunque con ciertas limitaciones y esta última, por otra parte, se embarca en la aventura de conocer a su sosias y…
Audiard retrata a sus personajes y a sus incidencias sentimentales con tanto mimo como ironía. Sin juzgarles en ningún momento. Pero mostrando sus chulerías, egocentrismos y contradicciones, más acusadas en el protagonista masculino porque aquí las mujeres, inmersas también en confusiones de orden laboral e íntimo, son más consecuentes. Que un hombre de 69 años haya tenido la inteligencia, la lucidez y la sabiduría de hacer este pequeño mosaico generacional, sin paternalismos ni autocomplacencias, es prodigioso.
Que un director que ha narradodo las peores aristas de la condición humana, encarnada en varones ásperos, violentos y rudos, en algunos de los títulos de su filmografía, sea capaz de hacer este retrato de urbanitas desubicados con tanto esprit, con tanta ligereza como perspicacia y encanto es digno de aplauso.
Porque les permite evolucionar ante nuestros ojos, contemplar sus fuerzas y fragilidades, sus circunstancias familiares, sus profundas inadaptaciones e incomunicaciones vitales y relacionales hasta llegar a comprender – coito tras coito, revolcón tras revolcón, pero teorizándolo todo a la muy francesa manera- que el sexo puede ser una vía de acceso a sentimientos más profundos y complejos. No un fin en sí mismo, sino un medio. Hasta llegar a una madurez afectiva en el sentido más integral del término, que puede ayudarles a situarse mejor en un mundo que no les acoge precisamente con los brazos abiertos.
Producción francesa de 106 minutos de metraje. Su hermosa fotografía, se repite en un suntuoso y magnífico blanco y negro, se debe a Paul Guilhaume, su música, que registra los sonidos más contemporáneos, la firma Rone. En su estupendo reparto destacamos a Lucie Zhang y Noémie Merlant, aunque el cuarteto componga a sus protagonistas en estado de gracia. Excelentes también Makita Samba y la actriz y cantante Camille Berthomier.
‘París, distrito 13’ protagonizará la Gala de Inauguración del SEFF esta noche. Un muy buen comienzo. Procuren no perdérsela.