La guionista, cantante, actriz, editora y cineasta italiana afincada en Francia,Valeria Bruni Tedeschi, cosecha del 64, es una excelente intérprete llena de talento y registros, pero como realizadora deja mucho que desear. Al menos, desde el punto de vista de esta firmante. Así, quien esto firma no ha apreciado la desmesura en las formas, unida a la oquedad de contenidos, de títulos como ‘Un castillo en Italia’ (2015) o ‘La casa de verano’ (2018), todos de intensa impronta autobiográfica o de autoficción fílmica.
Una autoficción fílmica, que le ha hecho integrar a miembros de su familia en los repartos – como aquí a su ex pareja y padre de su hija adoptiva, Louis Garrel y a su ex cuñada Lena Garrel – que tiene continuidad en esta su última propuesta. Una autoficción fílmica basada en su experiencia juvenil como estudiante de teatro en la ciudad de Nanterre y en la Ecole des Amandiers, de ahí el mucho más ajustado título original ‘Les Amandiers’, de la que fueron creadores los prestigiosos y desaparecidos Patrice Chereau y Pierre Romans, que aparecen en ‘Forever young’ con los rasgos de Louis Garrel y Micha Lescot respectivamente.
Una autoficción fílmica que la lleva a revisar esas experiencias de iniciación en el teatro y en la vida, con amistades, amores y desamores. Una autoficción fílmica excesiva, histriónica, descontrolada y pródiga en lugares comunes y clichés sobre los oficios teatral y actoral, sobre esos supuestamente maravillosos años y sobre los referentes de los 80 como el sida o las drogas.
Todo ello indigesto, largo y, se reitera, desmesurado. Y, desde luego, autocomplanciente y ombliguista, sin atisbo alguno de contención o de crítica, sino de poses y postureos con personajes sobreactuados cuyas expresiones pasionales de alegría, dolor, amor y desamor están vistas desde la superficialidad y la impostura más descaradas. Se siente, pero así lo ha visto esta firmante quien también supone que algo habrían tenido que objetar Patrice Chereau y Pierre Romans al retrato que se hace de ambos… sin cuestionar la versión de Bruni Tedeschi, que conste.
Coproducción entre Francia e Italia, de 126 minutos de metraje. Su guion, por llamarlo de alguna manera, lo escriben la propia directora, Noémie Lvovsky y Agnés de Sacy. La fotografía muy bien Julien Poupard y en la música suenan, demasiados y muchos de relleno, clásicos de la época. Del reparto, destacar más las presencias que las interpretaciones pues no tienen personajes que componer, sino que están llen@s de tics.
Escrito queda. La pelota en sus tejados.