Archivo diario: noviembre 11, 2022

SEFF 2022, 19 Edición. Las Nuevas Olas, ‘Safe place’: La muerte es el enemigo

«La muerte es el enemigo» escribió un afligido Leonard Woolf luego del suicidio de Virginia. Quien esto firma – que ha contado que, a los 13 años, fue la última persona en ver con vida a un encantador vecino que poco después se arrojó por el patio de luces, algo que nunca olvidará; que ha sufrido pérdidas de personas valiosas y cercanas o peligrosos y reiterados intentos de otras, no menos queridas, por este motivo – sabe, como el director, guionista, actor y uno de los protagonistas de esta película Juraj Lérotic, cosecha del 78, presente en la sala, basada en hechos reales acaecidos en su propia familia – la devastación que provoca y la grietas que abre, en el entorno más próximo, una tragedia de este tipo.

Por ello, ha valorado, más aún si cabe, una ópera prima tensa y desasosegante, cuyo pathos va in crescendo, pese a su contención. Un debut cinematográfico intenso y honesto, que conmociona pero que nunca juega al chantaje emocional. Un debut tras la cámara que ha merecido reconocimientos en festivales importantes, como los de Locarno y Sarajevo.

Un debut que arranca con un hombre, el director citado Juraj Lerotic, corriendo hacia un bloque de pisos, subiendo la escalera, llamando al timbre de una puerta y, al no obtener respuesta alguna, la tira y descubre a otro, su hermano, bañado en sangre. Llama a la ambulancia que se lo lleva y luego debe sufrir el poco empático interrogatorio de la policía como testigo de los hechos.

Porque ‘Safe place’ no sólo habla de los tormentos emocionales insoportables de un hombre, aparentemente sereno, que le llevan a atentar contra su vida haciendo tambalearse, al tiempo, las de su gente más querida: su madre y hermano, que le acompañarán en este proceso. No sólo habla de eso, sino de la violencia institucional, de la falta de humanidad, de una atención tan deficitaria y hostil como la que reciben, fundamentalmente, por parte del sistema sanitario.

Unos médicos y un personal insensibles al shock de una madre y dos hijos, uno de ellos el enfermo. Un enfermo, con fantasías delirantes y paranoicas, al que vigilan tan poco que se escapa del hospital y regresa a la casa familiar. Un enfermo al que reciben un psiquiatra hostil y otro más receptivo pero igualmente ineficiente. Un enfermo al que tales especialistas le comentan lo que nunca debe decirse. Un enfermo que…

Rodada, ya se ha dicho, de una forma austera aunque sin dejar de mostrar los cataclismos exteriores e interiores de los personajes hasta llegar al climax final… es un relato fílmico de una madurez notable y de una notable voluntad de estilo en su puesta en escena, que nunca devora a lo narrado. Una estimulante sorpresa de un cineasta a seguir.

Producción croata, de 122 minutos de metraje, fotografiada en toda su negrura y matices, por Marko Brdar, hay que destacar, aparte de la excelente composición del realizador, las de Goran Markovic y Snjezana Sinovcic, que completan el trío protagonista.

Si alguna plataforma la añade a su catálogo, no se la pierdan.

SEFF 2022, 19 Edición. Sección Oficial, ‘Un petit frére’: Rose, Jean y Ernest

Rose es una joven inmigrante, oriunda de Costa de Marfil, que llega a París y se instala con una familia amiga en los suburbios de la ciudad junto a sus hijos, Jean y Ernest. En su país, ha dejado otros cuatro más, todos varones, de dos uniones rotas.

Es una mujer libérrima e independiente que encuentra trabajo en un hotel y establece una relación apasionada con un trabajador, que no dura mucho pues él tiene que irse a Marsella. Va a su aire y, aunque quiere y educa a sus hijos, no posterga sus placeres, salidas y escasas diversiones por ellos. Algo que molesta a las amistades que la acogieron, a quienes les gustaría que fuese más ordenada, casera, sumisa y convencional. A quienes les gustaría que se dedicara en cuerpo y alma a sus hijos. Y que contrajera matrimonio con un conocido al que consideran perfecto para ella.

Pese a todo, Rose va a su aire contando con la comprensión de los niños, muy unidos ambos. Cuando conoce a un hombre rico, emparentado con su patrón, en una fiesta que este ofrece a su plantilla, que no quiere hijos, que tiene una relación con otra mujer, se traslada con él a Rouen en la seguridad que les atenderá económicamente a los tres. Pero nada saldrá como estaba prevista y acabará casada con el «hombre adecuado perfecto para ella» antes citado y eso afectará a sus dos chicos, especialmente a…

… Jean, el mayor, un niño muy inteligente y dotado cuando le conocemos de pequeño – pues la historia narra bastantes años en la vida de los tres – que destaca en sus notas, que luego va a optar incluso por una opción de estudios que significará una salida profesional impensable en su estatus, que se enamora de una chica de alta burguesía, condíscipula, siendo correspondido por ella y quien le ayuda también en sus gastos, cuando su madre no puede hacerlo pero…

… al que la ruptura de su madre con el «padrastro» de Rouen, cuya «otra mujer» está embarazada – a quien le reprocha no visitarles apenas – y, sobre todas las cosas, la boda posterior de la progenitora con un hombre rígido, que no le comprende y de quien ella, que no es libre y se autoengaña, resulta ser cómplice, es determinante para que, preso en un bucle de alcohol y drogas, le envíen a su país. Lo que marcará un antes y un después en la vida de Ernest…

… un pequeño encantador cuando le conocemos, que adora a su hermano y que se refugia en él durante las ausencias maternas, aunque tiene también una relación muy estrecha con Rose quien siempre le alienta, les alienta a los dos en un principio, a ser mejores y a tener autoestima.

Aunque al principio le recomiendan en el colegio que vea a un especialista, debido a posibles dificultades de aprendizaje, sabrá superarlas y creciendo con su hermano hará nuevas amistades con un niño encantador de alta burguesía con quien pasará el verano y continuará sus estudios mientras van sucediendo los vaivenes sentimentales de su madre y los cambios de residencia consecuentes de los tres.

Luego nos es mostrado – en uno de los saltos temporales de la película, que desconcertaron a esta firmante porque impiden seguir la evolución de los acontecimientos y personajes, aunque sea una decisión narrativa respetable de la realizadora – como un profesor de Filosofía en París, ya todo un adulto, le vemos en su clase y encontrándose con una Rose que peina canas, que va a divorciarse y que tiene una noticia y una carta que le conmocionarán. Ambas relacionadas con Jean y dirigidas a «su hermanito, es bueno tener un hermanito»

Lo que a esta firmante le gusta de esta propuesta es la libertad que tiene para hacer un cine autóctono dentro de un país como Francia, le gusta la historia pero no le disgusta que la desperdicie y la convierta en errática e incomprensible, en dispersa e inconexa por un mal guion y unas malas decisiones narrativas como esos saltos temporales y elipsis que confunden, falsean el relato y no permiten que los personajes crezcan y evolucionen.

Por otra parte, la mirada sobre Rose parace comprensiva y hasta empática, sin condenarla, ni juzgarla. Pero, a todos los efectos, la describe como un personaje egoista, tóxico y provocadora del mayor daño a los hijos.

Producción francesa, de 116 minutos de metraje, escrita y dirigida por la directora y guionista del país Leonor Serraille, cosecha del 86, de la que es su segunda película. La fotografía con solvencia Héléne Louvart y el reparto está simplemente correcto porque, se insiste, sus personajes no evolucionan, sólo saltan en el tiempo.

Escrito queda.

SEFF, 2022, 19 Edición. Sección Oficial,’A couple’: El opio de las mujeres

«El amor ha sido el opio de las mujeres» declaró Kate Millet a El País en los años 90 del pasado siglo y lo argumentó extensa, lúcida y documentadamente en su obra magna ‘Política sexual’. Otra feminista radical de la época, Shulamith Firestone, también arremetió contra el amor romántico: «Es la mejor herramienta de la opresión femenina»

Porque efectivamente, en un contexto de desigualdad o de presunta igualdad formal, en un contexto patriarcal y machista, hombre y mujer no pueden relacionarse en paridad. «No puede ser ahora la pareja/ mientras sigan en pie los monolitos/ en el templo sagrado de los machos» escribió Juana Castro en uno de los hermosos y lúcidos poemas de su hermoso y lúcido libro ‘Cóncava mujer’ Es así, sigue siendo así ahora en una mayoría relevante de casos. Así que no digamos en el tiempo que le tocó vivir a la protagonista de esta historia.

Sofia Berhs (1844-1919) pasó a ser conocida como Sofia Tolstói cuando, a los 18 años recién cumplidos, se casó con un autor reconocido, ilustre y famoso, que le doblaba la edad, Leon Tolstói. Que había llevado una vida libertina, con varios hijos no reconocidos. Con ella tuvo nada menos que 13, de los que apenas si se ocupó.

Según cuenta Carmen Grau en un excelente artículo de la revista Zenda: «Sofía fue la transcriptora, traductora, editora y agente literaria de su marido, se ocupó del mantenimiento y administración de la enorme finca que este poseía… además de pasar a limpio a mano, hasta siete veces en alguna ocasión, los incontables cambios, correcciones y revisiones de la obra del autor »

Sin contar claro con el ingente trabajo de coordinar el aspecto doméstico, la crianza y cuidado de las criaturas, escribir un diario desde su boda, a instancias de su marido, hasta la muerte de él, un libro de memorias, «Mi vida» y aficionarse, aprender y practicar la fotografía.

Esta mujer excepcional – y desde hace tiempo reivindicada desde los puntos de vista literario y feminista – es retratada en ‘A couple’ por el guionista, editor, productor de cine, profesor universitario y documentalista estadounidense Frederick Wiseman, cosecha del 30, con más de cuarenta títulos en su filmografía e importantes reconocimientos en su haber.

Y lo hace contando con una única actriz que la interpreta – la inmensa Nathalie Boutefeu – que monologa, dirigiéndose al marido ausente, en solitario, en un paisaje natural de una belleza deslumbrante, entre árboles, lagos, vegetación habitado por toda suerte de criaturas vivas y también el imponente mar surcado de rocas. Un precioso entorno cuyas vistas nos son mostradas mientras ella expone una lúcida e intensa radiografía de su marido y de su vida conyugal.

Un intenso, lúcido, autocrítico, profundo, incisivo, tan tierno como colérico, tan apasionado como desgarrador, tan rebelde como subyudado, análisis de un genio literario como (mal) marido y como (mal) padre – «nunca te ocupaste de ellos, nunca me preguntastes por ellos, nunca estuviste al pie de sus camas cundo estaban enfermos» – de una pareja y de un matrimonio absoluta y totalmente dispares, absoluta y totalmente alienantes para ella en sus incomunicación, celos de ambos, desamor y carnalidad a partes iguales descritas por ella, cóleras de él y huídas con fantasías autodestructivas de ella a través un diálogo/monólgo citado basado en sus diarios y libro de memorias, un…

Producción francesa de 64 minutos de metraje, fotografiada con excelencia por John Davey y con una banda sonora que no le va a la zaga de Nathalie Beloeil.

Esta firmante le agradece a un cineasta nonagenario haber rodado esta película. Una película que, por cierto, un espectador despachó desdeñosamente a la salida del cine con este comentario: «Una mezcla de Freud y National Geographic» Y no, por mucha introspección psicológica, muy densa y aguda que tenga, ni por la belleza de sus imágenes, que cortan el aliento, es mucho más que eso.

Compruébenlo viéndola.

SEFF 2022, 19 Edición. Historias Extraordinarias, ‘Blue Jean’: Sección 28

En la Inglaterra de finales de los años 80, con la infausta Margaret Thatcher en el poder, se promulga la muy lesbofóbica y homofóbica Sección 28 por la que «las autoridades locales no deben promocionar intencionadamente la homosexualidad, ni publicar material con intención de promocionarla… ni promocionar la enseñanza de la aceptabilidad de la homosexualidad como una supuesta relación familiar en cualquier escuela subvencionada» Un artículo infame que no fue revocado hasta el 2000 en Escocia y hasta el 2003 en el resto del Reino Unido.

Sigue explicando Wikipedia que «profesores y personal de enseñanza tenían temor a discutir la homosexualidad con sus alumnos por miedo a perder las subvenciones estatales… su existencia llevó a muchos grupos a cerrar, a limitar sus actividades o a autocensurarse»

En este contexto, tan represivo y castrante, se desarrolla esta historia. Su protagonista es Jean, una joven profesora de gimnasia querida por sus alumnas y por el claustro, divorciada, con una hermana más convencional, casada con un hombre no especialmente agradable y un sobrino adorable. Y que está enamorada de otra mujer con la que mantiene una relación apasionada pero secreta.

El hecho de que Viv, su pareja, viva abiertamente su sexualidad, esté comprometida con su causa y que, junto a sus amigas, tenga un grupo de apoyo a las lesbianas más marginadas… provoca más de un conflicto entre ellas, aunque se respeten mutuamente. Pero todo estallará cuando una alumna de Jean, de 15 años, aparezca en el club donde todas se reúnen, lo que provoca una reacción paranoide en ella y que luego la misma chica sea provocada por otra, tendiéndole una trampa, para que parezca lo contrario. El claustro, con Jean incluída que lo presenció todo y calla, toma partido, directo o indirecto, por la agresora y supuesta víctima. Y a partir de ahí…

La guionista y cineasta británica Giorgia Oakley, cosecha del 88, debuta aquí en el largometraje, cuyo guion también escribe, con una mirada asombrosamente madura. Una mirada tan política como personal – queda especialmente claro en este caso que lo personal es lo político- tan activista como privada, compleja y lúcida en la que sabe mostrar, y comprender, las diferentes posiciones de las dos mujeres y la de la chica.

Pero también que no hay equidistancia posible y que su compromiso con estas opciones sexuales y contra la legislación que las reprime es clara y rotunda. Como diáfana es su intención de mostrar la Memoria Histórica de tales orientaciones marginadas y criminalizadas hasta hace muy poco tiempo en su país. Como inteligente es su elección narrativa de dejar un final abierto, no el feliz o acomodaticio al uso, en el que algo sí ha cambiado para bien.

Producción inglesa, de 97 minutos de metraje, con unas correctas fotografía, firmada por Victor Seguin, y banda sonora, firmada por Chris Roe, que sirven bien a la historia. En su reparto también solvente y creíble, destacar sobre todo y todas a una estupenda Rosy McEwen. Ha cosechado 11 nominaciones en los BIFA, premios del cine independiente británico, y el Premio del Público en la Giornate degli Autori de Venecia.

Deberían verla.