Dos películas francesas nos ocupan aquí. Una coproducida con Bélgica, la citada en primer lugar, y otra con Portugal. Una enteramente animada y otra mixta. Una realizada por un maestro del género casi octogenario, Michel Ocelot, y la otra por una también profesional en esta modalidad fílmica, Céline Devaux de 35 años, que debuta con ella en el largometraje.
La primera remite a una cuentacuentos de la actualidad que, ante una audiencia infantil muy entregada y participativa, les narra tres historias: Una ambientada en el Antiguo Egipto, otra en la Edad Media y la tercera en la Turquía del siglo XVIII. La segunda en la actualidad. En la primera las mujeres están vistas en referencia a los hombres, padres y enamorados, sin ostentar ningún poder, ni rebeldía alguna, salvo en el caso de la madre de la princesa de la primera historia.
En la segunda, el personaje central es la Joanne del título que, al fracasar un proyecto medioambiental que removía el plástico del mar idea suya y en la que se implicó personalmente, se ve arruinada y debe viajar a Portugal para intentar vender el piso que les legó su madre, otra madre más bien deficiente, por decirlo de alguna manera suave, a su hermano y a ella. Pero en el aeropuerto se topa con un ex compañero de instituto entrometido y más bien irritante y sin embargo…
Escrito de otra manera. Ambas, radicalmente distintas, poseen el encanto de la animación para personas adultas. Infinitamente superior la primera, en sus tres cuentos, con una excelencia, una gracia, un ingenio y una brillantez en sus imágenes extraordinarias y, pese a ello, se queda cortita en cuanto a que mantiene los roles tradicionales de género en ellas.
En la segunda, la imaginación, la creatividad y el humor de esa mezcla funciona muy bien. Es francamente divertida, pero también es una pena que sucumba a un final más bien convencional en lugar de seguir con la mirada crítica y a veces corrosiva de Jeanne.
La primera, coproducción entre Francia y Bélgica, como se ha citado antes, de 80 minutos de metraje, escrita y dirigida por Michel Ocelot, además de sus valores reseñados, tiene una estupenda música de Pascal Le Pennec.
La segunda, como se ha escrito al principio, es una coproducción entre Francia y Portugal, de 95 minutos de metraje, también escrita y realizada por Céline Devaux. Cuenta con una buena fotografía de Olivier Boonjing y una buena partitura de Flavien Berger. De su reparto, destacar a los estupendos Blanche Gardin y Laurent Lafitte cuya química cómica funciona muy bien. Así como valorar la presencia de Marthe Keller aunque sea en un rol especial y algo ingrato.
En cualquier caso, se agradece la apuesta del Festival por este género algo que viene ocurriendo desde hace ya varias ediciones. Sólo pedir que las temáticas sean algo más osadas y transgresoras. Pero, bueno, hay que darles una oportunidad porque el disfrute está garantizado en ambas.
Escrito queda.