SEFF 2022, 19 Edición, Sección Oficial, ‘Rodeo’: Una moto entre las piernas

La actriz, directora de fotografía, guionista y realizadora francesa Lola Quivoron, cosecha del 89, se estrena en el largometraje – tras destacar con sus atrevidos cortos – con esta película que nos ocupa, que mereció el Premio Jury’s Coup de Coeur en la Sección Un Certain Regard del Festival de Cannes y que es la tercera mirada de mujer que esta firmante ve en el SEFF, a la que le seguirán dos más: otra de la Sección Oficial y una de Historias Extraordinarias.

Producción francesa, de 110 minutos de metraje, escrita por ella misma junto a la una de las protagonistas – estupenda Antonia Buresi, que hace doblete en el Certamen pues interviene, aunque en un rol más secundario, en la vista y reseñada ayer ‘Los hijos de otros’, de Rebecca Zlotowski – y fotografiada con intensidad y excelencia por Raphaël Vandenbussche, que sigue a una chica inadaptada que sobrevive trapicheando y, debido a su pasión por este vehículo, un día de verano conocerá a una pandilla que realiza el clandestino e ilegal motocross sobre asfalto, con el que hacen figuras acrobáticas casi siempre sin casco. Se integra en este microcosmos intensamente masculino hasta que un accidente cuestionará su rol en el grupo…

Esta sinopsis es un pálido reflejo del ruido, la furia, la vibrante intensidad y la energía con la que está filmada, rodada y contada ‘Rodeo’. Todo ello paradójicamente cocido a fuego lento pues, en palabras de su directora,la historia se escribió durante cinco años, ya que ella conoció el ambiente del motocross y nunca dejó de frecuentarlo, fotografiarlo y grabarlo, pero estuvo bloqueada hasta que conoció, hace dos años, a su protagonista, la excelente, carismática y magnética Julie Ledru, la musa en la que se inspiró para hacerla y, desde ahora, una actriz a seguir.

Es un pálido reflejo del retrato de una joven, de nombre Julia y de alias Desconocida como prefiere ser llamada, de origen antillano como la protagonista, que criada en un mundo de hombres, a cuyo control escapa con su fuerza y determinación. Que procedente de un ambiente marginal, se niega a integrarse, rehúsa el trabajo y tras robar una moto – su pasión: «he nacido con una moto entre las piernas» – se topa con un mundo, al que se ha hecho alusión antes, clandestino e ilegal de machos que se juegan la vida haciendo acrobacias sobre sus vehículos y muchos de ellos las pierden.

Machos que, hasta que ella llega con su aspecto salvaje y nada al uso, no han consentido a una mujer, más que a las «suyas», entre sus filas. Machos delincuentes que se piensan héroes, a los que para los pies y por los que se hace respetar, pese a algunas agresiones y a la desconfianza inicial, siendo incluso el vehículo favorito del jefe – un hombre controlador y posesivo que lo dirige y lo ve todo desde la cárcel, que tiene literalmente encerrados a su mujer y a su hijo pequeño para quienes el contacto con ella es un soplo de libertad y afecto – para robar motos de modelos cada vez más nuevos, con los que se lucra en el mercado negro. Hasta que deciden dar el gran golpe…

Lola Quivoron refleja todo esto, con una factura electrizante. Refleja ese microcosmos con mirada tan admirada como crítica a través de los ojos de su personaje central. Refleja sus ritos, sus pérdidas, sus duelos y es capaz de hacernos entender su amor por las motos a quienes, como esta firmante, las detesta. Y ese final, con ese gesto tan épico y hermoso … Que, por supuesto, no se desvelará.

El reparto es impecable y creíble. Todos ellos, toda la película transmiten credibilidad y adrenalina nunca impostadas.

Deberían verla.

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