SEFF Xª Edición. ‘Las Nuevas Olas’ y ‘Selección EFA’: Cinco mujeres. Toma IV

La actriz italiana, Valeria Golino – ‘Rain Man’, Nápoles, cosecha del 66 – debuta en el largometraje con esta coproducción franco-italiana, ‘Miele’, que ha sido premiada en Cannes. El  guión también lo ha escrito ella misma, junto a Francesca Marciano y Valia Santella y se exhibió en el Festival dentro de la Selección EFA.

La historia sigue a una joven – eficiente Jasmine Trinca – que pertenece a una organización que, de forma clandestina y previo pago, ayuda a morir dulce y rápidamente, a aquellas personas desahuciadas, o familiares de estas, que solicitan sus servicios. Su nombre secreto es el que da título a la película, puesto que añade dulzor al cóctel letal que suministra. Se siente identificada con su labor – aunque su ambiente más cercano la desconozca – y es apreciada por su discreción, sensibilidad, buen hacer y porque deja lugar durante el proceso al cambio de idea que puede sobrevenir. Pero un día, un caballero culto y refinado le romperá todos sus esquemas…

Golino ha elegido un tema peliagudo y muy cuestionado, cuyo debate sigue estando más que vigente. Y lo ha tratado con honestidad. Nos ha mostrado el indecible dolor que ningún cuidado paliativo puede amortiguar. Nos ha hecho entrar en lo más privado de la intimidad humana para acompañar en el último viaje a mujeres, hombres, y hasta un joven, que se negaban a seguir sufriendo. Nos ha permitido contemplar las animosas despedidas con música, lágrimas y sonrisas, que sus seres queridos les deparaban.

Y no lo ha filmado fríamente, sino con emoción y sentimientos. Como los que expresa la joven protagonista en tales, por muy consentidos que fueran, duros trances. Pero… pecados de una ópera prima, se dispersa inútilmente en subtramas que no suman, sino que restan, y que impiden una evolución más coherente del personaje central. Así como los antecedentes de su compromiso con una organización a la que no debe resultar nada fácil sumarse, por el trabajo que implica. Así como el sustrato económico, que la reserva únicamente a las clases más favorecidas. La realizadora lo pasa por alto, en beneficio de banalidades.

Luego, en el tramo final, cuando el relato exige de ella la máxima densidad y coherencia, ya es algo tarde para afrontar un reto ético, un desafío moral de altura, aún cuando lo plantee y lo resuelva con honestidad. Pese a estas carencias, una cinta adulta y valiente, que merece verse, de una mirada de mujer, tras la cámara, a la que habrá que seguir.

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