Archivo mensual: noviembre 2019

SEFF, 16 Edición. Sección Oficial. Toma 4. ‘La Gomera’: Si me necesitas, silba

El premiado y prestigioso guionista y director rumano Cornelio Porumboiu, cosecha del 75, está considerado uno de los representantes más paradigmáticos de la llamada Nueva Ola de la cinematografía de su país. En esta singular película nos muestra algunas de sus señas de identidad en el mejor y en el peor sentido. Ahora se entrará en ello.

Coproducción entre Rumanía, Francia y Alemania, de 97 minutos de metraje. Escrita por su realizador, con una fotografía que no destaca especialmente por su calidad, excepto en la traca final, de Tudor Mircea. Su factura, todo hay que decirlo, es bastante tosca aunque quien esto firma sospeche que es intencionado. La historia es un relato coral de policías, policías corruptos y mafiosos en la que uno de los servidores del orden, un doble agente, va a la isla del título para aprender el silbo, lenguaje no articulado pero muy preciso, y así descubrir dónde esconde uno de los delincuentes 30 millones de euros.

Articulada en epígrafes que hacen referencia a l@s protagonistas, es una mezcla algo indigesta entre thriller, políciaco, neo-noir y con numerosos guiños al cine negro norteamericano de los años 40 y 50. De hecho, una de las tres mujeres – todas muy listas, hay que decirlo – se llama Gilda y a fe que la cámara se recrea, incluso demasiado y objetalmente, en sus voluptuosidades. También aparece una secuencia de una película de Ford con John Wayne.

Por lo demás, la trama se complica innecesariamente sin ser compleja y el guión, especialmente en su tramo final, tiene vacíos creando situaciones tan inverosímiles como enrevesadas. Pero, eso sí, particular lo es un rato…

Escrito queda.

 

 

SEFF, 16 Edición. Sección EFA. Toma 3. ‘El joven Ahmed’: Fanatismo, misoginia y… especismo

Quien esto firma, lamenta mucho dejar constancia en estas páginas de su deserción de esta película de sus admirados y comprometidos política y socialmente hermanos Dardenne. O lo que es lo mismo, de los guionistas, productores y cineastas belgas Jean Pierre, cosecha del 51 y Luc, cosecha del 54, Dardenne. Ambos con títulos mayores en su haber como ‘Rosetta’ (1999), ‘El hijo’ (2002), ‘El niño’ (2005) o ‘El niño de la bicicleta’ (2011).

Y ello pese a que tenía mucho interés en verla, puesto que el tema de la radicalización religiosa de un adolescente musulmán, europeo de segunda generación, con una madre viuda y unas hermanas aperturistas, presa fácil de un imán sin escrúpulos, le parecía de la más palpitante actualidad y del máximo interés.

Lo cierto es que la historia discurría como una inteligente crítica a tal fanatismo, con un profundo respeto a otras interpretaciones coránicas, y a la feroz misoginia que conlleva, como una de sus señas de identidad. Hasta que, sin hacer spoiler, y como consecuencia de un delito cometido por el protagonista, recala en un reformatorio que colabora con una granja…

A la animalista que esto firma le pareció indignante que se diera por bueno y rehabilitador que el chico trabajara en tal centro de torturas y explotación de animales. Porque se nos muestran a las vacas encadenadas y en batería; porque se nos muestra a los terneros apartados de sus madres desde el mismo momento en el que nacen; porque se nos muestra el ordeño industrial a destajo para sacarle la máxima rentabilidad a una leche que no debería ser destinada a la especie llamada humana; porque se nos muestran a estos animales inocentes tan cariñosos con sus opresores quienes, a su vez, nos son mostrados como personas amables y compasivas… No pudo seguir y se marchó.

Lástima que la conciencia de izquierdas no incluya, en el caso de sus autores y en el de una gran mayoría de personas, la conciencia antiespecista, que también es política. La conciencia de y por los derechos animales.

Para que conste, escrito queda.

SEFF, 16 Edición. Sección Oficial. Toma 2. ‘De repente, el paraíso’: Extranjero de sí mismo

La proyección de esta película ha tenido un retraso de casi media hora cuando a una  parte del público presente – pues estaba la sala 11 del Nervión abarrotada con gente de pie, sentada en las escaleras y mucha aún esperando para entrar… – se le ha trasladado a otra para que hubiera dos proyecciones simultáneas pero, al no tener opción de subtitulado en ambas, tod@s hemos ido a parar a la misma, la mucho más amplia número 1. Un fallo que la organización deberá subsanar para no repetir el retraso y las incomodidades. Y ello en el primer día del Festival.

Volviendo a esta singular propuesta fílmica que nos ocupa, se trata de una libérrima versión autobiográfica de la peripecia vital y cinematográfica de su firmante – el actor, guionista, productor y cineasta palestino, con nacionalidad israelí, Elia Suleiman, cosecha del 60, con títulos como ‘Intervención divina’ (2002), Mención Especial del Jurado y Premio FIPRESCI de la crítica de ese año en Cannes – en clave tan delirante como surrealista y metafórica.

En efecto, con ecos de  Jacques Tati, Roy Andersson y Aki Kaurismaki, el realizador – una suerte de Buster Keaton silencioso, impasible e hierático – va trenzando retratos humanos y personajes, entre absurdos y ferozmente críticos, situándose él mismo como protagonista y alter ego de l@s espectadores-as a quienes nos es dado contemplar la  disparatada, cáustica e irreverente tragicomedia humana que se representa tanto en Nazareth, París o Nueva York ante sus y nuestros ojos.

Un relato fílmico que rompe cualquier cliché con respecto al cine comprometido y militante de su país secuestrado, pero que contiene notables cargas de profundidad. El arranque y el final son apabullantes, pero tiene desajustes de ritmo y una cierta arbitrariedad en su contenido, capaz de altas cotas pero también de toscas metáforas y clichés. Carne de Festival al ciento por ciento.

Y, desde luego, debe verse.

SEFF, 16 Edición. Sección Oficial y de Apertura. Toma 1. ‘Madre’: La memoria del agua

Este intenso, elegante, sutil, por momentos desaforado, inquietante, y a veces tan errático como su protagonista, largometraje del guionista y realizador Rodrigo Sorogoyen – cosecha del 81, con títulos tan a tener en cuenta en su filmografía como ‘Stockholm’ (2013), ‘Que Dios nos perdone’ (2016) y ‘El reino’ 82018) – parte de un excelente corto homónimo, fechado en 2017 y rodado prácticamente en un plano secuencia, que fue nominado al Oscar y que ganó el Goya en su categoría.

En él, a través de una conversación telefónica aparentemente banal, entre una mujer, a la que acompaña en su casa su progenitora, con su hijo de seis – que está de vacaciones con su padre y ex de ella – va desvelándose la terrible situación en la que se encuentra el niño aislado y con un hombre que le acecha en una playa francesa… Esta película retoma la historia y a su personaje central – una eminente Marta Nieto, en una compleja y díficil composición, por la que todos los reconocimientos le son debidos –  en ambos casos 10 años después. Y lo hace usando, en una inteligente solución narrativa y de recordatorio, el corto completo como flashback,

Una década en la que Elena, de 39, está instalada en tales país y localización, regentando un bar, habiendo rehecho su vida sentimental pero muerta en vida: aún más delgada, exangüe, apática, aunque de alguna manera integrada en una normalidad aparente. Con una pareja, excelente también Álex Brendemühl, que la sobreprotege, la presiona y la controla, de modo condescendiente y paternalista, si bien volcado en ella, aunque no compartan casa por decisión de la mujer.

Tal modus vivendi en un microcosmos en la que la historia de esta madre es conocida pero respetada, con alguna excepción y un alias despectivo, continúa con sus tonalidades grises de hastío y desesperanza. Hasta que un día un veraneante adolescente le trae recuerdos del pasado y remueve un interés perdido. Comienza a seguirle y a establecer una suerte de amistad sentimental con él vivida por cada uno con diferentes expectativas. Un vínculo que afectará a su compañero, a las amistades, a la familia del chico y …

Mientras que el corto condensaba este drama con un climax cada vez más aterrador y exasperado, aquí el tiempo y el ritmo son otros, aunque los inevitables estallidos estén presentes. Con el tempo de ese mar y esa playa, bellísimos e infinitos, tan serenos como airados, filmados con la estilización marca de la casa, en su profundo azul y en su arena tan clara. Filmados, como los interiores, con tanto minimalismo y austeridad como profundidad de campo y expansión.

Pero sobre todas las cosas, Sorogoyen filma el duelo. Un duelo devastador por la pérdida irreparable, que hubiera debido o podido evitarse, de la que nadie puede salir indemne. De ahí, como eje del relato, seguimos los pasos, la negación, el silencio, los desvaríos, la resignación, la sumisión, la rebeldía y la desesperación de una criatura atormentada que sobrevive valientemente como puede pero a la que el destino le brinda la oportunidad, aunque sea cruzando ciertas líneas rojas, de redefinirse y afirmarse como mujer, como persona y como progenitora. Un final, tras ciertos balbuceos y bajones de ritmo que también corresponden a los del sufrimiento del personaje, esperanzador entre tanta oscuridad.

129 minutos de metraje. Escrita por el propio director y por Isabel Peña. Con una preciosa y matizada fotografía de Álex de Pablo y una banda sonora, que se integra muy bien en el relato, de Olivier Arson, ambos habituales del equipo del realizador, como la guionista, a la que quien esto firma le agradece enormemente su mirada de mujer. Del reparto, impecable, destacamos también la frescura y naturalidad de Jules Porier.

Emotiva, desgarradora, oscura, compleja, valiente, transgresora y a la postre, luminosa. Ni se les ocurra perdérsela.

Tertulia de cine Luis Casal Pereyra en Casa del Libro Viapol. Temporada 8: Películas para una Guerra

A quien esto firma siempre le sorprenden, aunque les parezca increíble, las diferentes tonalidades de las sesiones de la tertulia. Ningún encuentro es igual, pero las señas de identidad de informalidad, complicidad, rigor, buen nivel cinéfilo, integración de todas las miradas, calidez, sentido del humor, participación, coincidencias matizadas y discrepancias respetuosas, además de la asistencia masiva y el ser estimulante y enriquecedora, esas señas de identidad persisten en todas nuestras veladas.

Este martes, pese al cambio de día excepcional, la actividad registró un llenazo de antología. Y un nivel de profundización y de intercambio de visiones de mucho calado. Tanto es así que debatimos tan solo dos y hemos dejado la tercera prevista para la sesión de diciembre. Luego se entrará en ello…

Por supuesto la invitada, Araceli Carrero Rimada, productora y localizadora con un extenso y apabullante currículum que pueden consultar en google, contribuyó muy mucho al éxito de esta tarde-noche. Integrante y activista, como ella misma se define, de la Asociación Andaluza de Mujeres de Medios Audiovisuales, AAMMA, con quien tenemos una deuda de gratitud permanente. Por su sencillez, buena química con l@s asistentes, porque aportó y reivindicó su trabajo en la producción acercándonos aún más a un oficio cinematográfico tan imprescindible como ingrato. Y por sus opiniones, experiencias y lecturas sobre las películas y realizadores a debate que nos aportaron tantos datos.

‘Mientras dure la guerra’, de Alejandro Amenábar, concitó división de opiniones. Desde su factura, para algun@s impecable y valiosa; para otr@s convencional y algo pacata, hasta sus postulados ideológicos. Para algun@s, objetivos y serenos; para otr@s, conservadores e imposiblemente equidistantes. Su retrato de Unamuno también cosechó división de opiniones, entre quienes pensaron que era complejo y quienes lo vieron esquemático. ¿Fascista o crítico pensante hasta el punto de cuestionar y cuestionarse con todas las consecuencias?

Lo mismo que su visión de Franco: más humana y matizada que la imagen que el cine ha reflejado de él como dictador o como figura grotesca o demasiado complaciente, blanda y generosa. Y la ausencia de mujeres como sujetos políticos e individuales en su historia. Se discutieron las licencias de ficción que ha insertado entre los hechos históricos, acertadas en unos casos y erróneas en otros y se apuntó como un acierto ese paralelismo entre la posición del intelectual y la de los militares. Unánimes elogios a su reparto, con Karra Elejalde a la cabeza, y se le auguraron varias candidaturas a los Goya.

Aplauso unánime para ‘La trinchera infinita’, de Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga, considerada desde ya como la película del año a la que le van a seguir lloviendo premios, cabezones citados incluídos. Se valoraron su puesta en escena, su factura impecable, su trabajo de producción, su calidad técnica y su visión, tan elíptica y fuera de campo las más de las veces, de tres décadas de un país a través de un hombre oculto, a través de un topo que lo fue, pues está basada en hechos reales.

Se le consideró un relato más de factor humano que ideológico. Una historia sobre el miedo, sobre el terror. Y un perfecto tándem vasco andaluz que ha rescatado un lenguaje rico y nada impostado, todo lo contrario, sino que transmite credibilidad pese a los modismos de la época. Chapeau por La Trinchera Film y por La Claqueta PC. Otros intérpretes en estado de gracia como Antonio de la Torre y, sobre todo, Belén Cuesta. Un personaje que, en realidad, es la verdadera protagonista: la fuerte, la cabeza de familia, la racional y, a la postre, la víctima de un militar, pero también del machismo de un marido que de una víctima se convierte en verdugo obligándola, como a su hijo, a enclaustrarse con él. Y ese final…

El miércoles, 4 de diciembre, más. Debatiremos, porque no nos dió tiempo, ‘Sorry, we missed you’, de Ken Loach. Y recuperaremos dos pesos pesados de calidad de la cartelera, QUE HAY QUE VER INMEDIATAMENTE. A saber: ‘Retrato de una mujer en llamas’, de Céline Sciamma y ‘Parásitos’, de Bong Joon-ho. Consulten horarios y sesiones y, se repite, VÉANLAS CUANTO ANTES. También háganlo, como posible reserva, con ‘La hija de un ladrón’, la muy celebrada ópera prima de Belén Funes, que entra el 29 de este mes, a cuatro días de nuestro encuentro.

Gracias a Casa del Libro Viapol, a su magnífico equipo, a Daniel López, a Marina Alonso Espejo, a los críticos y amigos Enrique Colmena y Álvaro de Luna y a l@s mejores tertulian@s del mundo mundial por otra velada inolvidable. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

Tertulia de cine Luis Casal Pereyra en Casa del Libro Viapol. Temporada 8: Una cita imprescindible la de este martes, 5 de noviembre, a las 19.30…

Pues sí, la de este martes – excepcionalmente en este día, por un compromiso ineludible de nuestra sede y ya, a partir de diciembre, retomamos los primeros miércoles de cada mes salvo festivos – es una cita que promete muchísimo. Por nuestra invitada, un lujo y un honor, la productora Araceli Carrero Rimada, socia de AAMMA y de cuyo extenso currículum nos haremos eco in situ, como por la potencia, interés y calidad de las películas a debatir. A saber:

‘Mientras dure la guerra’, de Alejandro Amenábar. Aquí tienen el enlace de su crítica en el blog:

‘Mientras dure la guerra’: Banderas de nuestros padres

‘La trinchera infinita’, de Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga. Aquí tienen el enlace de su crítica en el blog:

‘La trinchera infinita’: Mientras dure la guerra

Y ‘Sorry, we missed you’, de Ken Loach. Aquí tienen el enlace de su crítica en el blog:

‘Sorry, we missed you’: Esclavitudes

Como pueden ver, todo un programa para no perdérselo. LES ESPERAMOS.

 

 

 

‘Sorry, we missed you’: Esclavitudes

Cuatro de los realizadores europeos con mayor compromiso político y militancia de izquierdas en sus biografías y filmografías a lo largo del tiempo y en el presente, están ya dentro de lo que cronológicamente se considera como «tercera edad». A saber: el francés Robert Guédiguian, cosecha del 53; los belgas Jean Pierre, cosecha del 51, y Luc, cosecha del 54, Dardenne y el más veterano, el británico Ken Loach, cosecha del 36, cuya última propuesta nos ocupa.

Loach, de 83 espléndidos años, ha declarado – en una excelente entrevista de Begoña Piña en Público el 1/11/019, cuya lectura es obligada – que «el sistema de explotación ha llegado a la perfección, el obrero obligado a explotarse a sí mismo» y también «que es cierto que la solidaridad ha muerto como cimiento social, aunque en pequeños colectivos sigue existiendo» y que «al estar basada en el libre mercado, la Unión Europea nos empuja a ese trabajo precario».

Todo ello, y mucho más de lo que se irá comentando, es el hilo conductor de esta coproducción entre Reino Unido, Francia y Bélgica – de 101 minutos de metraje, cuyo guión está escrito por otro hombre más que comprometido y habitual colaborador, Paul Laverty. Su fotografía, que subraya lo narrado, la firma Robbie Ryan y su música, el excelente George Fenton – sobre un hombre que trata de salir de la precariedad laboral adquiriendo una furgoneta vendiendo el coche de su mujer. Pero el nuevo trabajo como «autónomo» en una empresa de paquetería de normas implacables y de inicua explotación, solo contribuirá a empeorar su situación personal y familiar.

El realizador arroja una mirada compasiva, emotiva y enormemente empática sobre este hombre y su núcleo más privado. Y demoledora sobre su perverso bucle laboral.  Inseguro, tímido, pasivo, resignado, amante padre y marido, bueno, noble, justo, aunque confuso y progresivamente desequilibrado con la situación límite que padece.

Pero sobre todo, destila admiración sobre el personaje de la esposa, madre y trabajadora, la verdadera protagonista a juicio de quien esto escribe: una mujer fuerte, generosa – debe viajar distancias largas en autobús, pues ha cedido la venta de su vehículo al marido – llena de sensibilidad y calidez afectivas con sus pacientes, cónyuge, hija e hijo, mediadora equilibrada y objetiva entre las disputas del progenitor y un adolescente que es retratado comprensivamente, pese a sus desconciertos generacionales.

La esfera personal y la laboral, luego también la política, están en este relato fílmico estrechamente unidas. O trágicamente desunidas, como en la vida real de la clase obrera. Como daño colateral del más feroz, insidioso y perverso rostro del capitalismo. Se le ha reprochado a su firmante la acumulación de desdichas que en ella se narra. A lo que él responde, en la entrevista mencionada al principio, que: «El guionista, Paul Laverty, se documentó mucho con estremecedores testimonios de trabajadores agotados que apenas soportaban a sus vástagos. La película está suavizada, la realidad es mucho peor»

Así es. Y así lo cuenta un octogenario íntegro, que nunca – para mejor o para peor cinematográficamente hablando – ha abdicado de sus principios y que mantiene, pese a todo y a este drama, intacto su optimismo. Bendito sea, todo un ejemplo.

Premio del Público al Mejor Film Europeo en San Sebastián, es una de las elegidas para debatir el próximo martes, 5 de noviembre, a las 19.30, en la próxima sesión de la tertulia de cine Luis Casal Pereyra de Casa del Libro Viapol. Emocionante hasta las lágrimas, valiosa, valiente, justa y necesaria, con un reparto en estado de gracia y absoluta credibilidad y un final tan devastador como abierto, su visión es obligada. NO SE LA PIERDAN.

 

 

‘La trinchera infinita’: Mientras dure la guerra

Porque las guerras duran lo que las dictaduras. Porque el franquismo siguió asesinando durante la llamada Transición. Porque el dictador ordenó fusilar a cinco compatriotas solo dos meses antes de morir en su cama, en su cama, en su cama. Porque España es uno de los pocos países europeos que no venció al fascismo y ni siquiera le ha condenado oficialmente.

Porque la República fue doblemente traicionada: por el Golpe de Estado que dio lugar a la Guerra Civil y por las potencias vencedoras de la segunda conflagración mundial que, contrariamente a lo que esperaban tantas gentes de bien, ratificaron y reconocieron al llamado Generalísimo.

Porque el decreto-ley 10/69 del 31 de marzo «por el que se declara la prescripción de todos los delitos cometidos con anterioridad al 1 de abril de 1939», que tiene un papel importante en esta película, tuvo un perverso efecto boomerang que impidió que las víctimas de los crímenes del llamado Regimen fueran reparadas. Porque, a estas alturas del siglo XXI aún siguen centenares de miles de ciudadan@s en las cunetas sin Verdad, ni Justicia, ni Memoria, ni Reparación.

Porque en ‘La trinchera infinita’ – coproducción hispano-francesa, en la que tiene un papel central la productora de nuestra Comunidad La Claqueta PC, de 147 absorbentes y necesarios minutos de metraje; filmada en la localidad onubense de Higuera de la Sierra; realizada, por primera vez en castellano, por primera vez en andaluz, un andaluz verdadero y nada impostado, por Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga, que tienen en su haber, como directores y-o guionistas, dos maravillas como ‘Loreak’ (2014) y ‘Handia’ (2017); con una escritura a la que no le sobra una coma de Luiso Berdejo y Jose Mari Goenaga; espléndidamente fotografiada en claroscuros por Javier Agirre Erauso y con una música excelente, que suena cuando debe, debida a Pascal Gaigne,  habituales de este tándem – dichas realidades están implícitas sin necesidad de ser subrayadas.

Porque la historia – basada en hechos reales – de un hombre luchador de izquierdas a cuya cabeza han puesto precio los nacionales, que escapa de una muerte segura y se recluye en un escondite secreto y subterráneo de su propia casa durante tres décadas… nos interpela como ciudadan@s en un presente ensombrecido por los herederos de los enemigos del protagonista de vuelta en las instituciones.

Porque está sutil y potentemente contada desde la mirada, el miedo, el terror, el deseo, la sensibilidad, las emociones, la desesperación  y los daños colaterales físicos y psíquicos de una víctima del horror, de un hombre oculto, de un perdedor y de su familia en especial de su mujer, otro gran personaje, verdadero motor del relato y de la propia familia, de la que es cabeza a todos los efectos. Eminentes interpretaciones de Antonio de la Torre y de Belén Cuesta.

Porque en ella hay luces y sombras, literales y simbólicas. Porque hay muros literales y simbólicos. Porque hay paredes que cobijan y que deterioran. Porque hay 30 años de Historia, a través de un microcosmos familiar y doméstico, a través de un asfixiante entorno de delatores, de rivales políticos que no cejan en su empeño. Porque en ese entorno los amores prohibidos, el machismo conyugal y vecinal y los abusos sexuales también tienen cabida.

Porque concitó merecidamente los aplausos de público y crítica en San Sebastián. Porque cosechó los Premios a la Mejor Dirección y al Mejor Guión en este Certamen, además del  Feroz de los Medios, el FIPRESCI y el del Cine Vasco. Porque van a lloverle las candidaturas a los Goya. Porque vamos a debatirla el próximo martes, 5 de noviembre, a las 19.30, en nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra.

Porque, por todo ello y por mucho más, nadie, nadie, nadie debería perdérsela.